EL DILUVIO QUE VIENE
La historia bíblica del diluvio universal, interpretada por algunos de manera literal y por otros como una alegoría, tiene paralelos más o menos exactos en otras culturas del mundo. En la hindú, un rey llamado Svayambhuva Manu fue avisado del diluvio por una encarnación de Visnú. En la mitología griega se relata la historia de un gran diluvio producido por Poseidón por orden de Zeus, quien había decidido castigar a la humanidad por haber aceptado el fuego que Prometeo había robado del monte Olimpo. Sólo sobrevivieron Deucalión y su esposa Pirra gracias a la construcción de un arca en la que introdujeron una pareja de cada animal, por indicación de Prometeo. En el manuscrito azteca denominado Códice Borgia (Códice Vaticano) se recoge la historia del mundo dividido en edades, de las cuáles la última terminó con un gran diluvio a manos de la diosa Chalchitlicue.
Villar y Díez nos ofrecen una nueva versión de este relato bíblico fascinante que ha atrapado permanentemente a los lectores de todos los tiempos, especialmente el infantil, en Los animales de la lluvia. Y lo hacen a través de una coordinada narración verbal y visual.
En versos octosílabos rimados (en la mejor tradición literaria) y con la presencia constante del humor,Villar juega con el absurdo y el «nonsense» a la manera del maestro anglosajón Edward Lear para contarnos la historia del encargo que recibió Noé.Versificaciones que recuerdan viejas composiciones que los niños de hoy apenas si conocen por las antologías de sus libros de lectura escolares o por las maravillosas recopilaciones de Carmen Bravo Villasante.
Los animales que acompañan a Noé son de todo tipo y pelaje: mamíferos, reptiles, aves, peces tanto del mundo real como (y éste es quizá el guiño más genial del libro) del ficticio. Se presenta un problema: no caben todos. Y hay que echar a suertes quiénes se van fuera: «Los que nadan, los que vuelan, los que van sobre la tierra. En el arca de Noé todos caben sin usted, te ha tocado ‘bacalado’ que estás comiendo pescado».
Los del mar y, sin género de dudas, los que viven en los cuentos, los mitológicos, los imaginarios son expulsados sin contemplación. Por su parte, el relato visual de Miguel Ángel Díez atrapa desde la primera ilustración: aquélla que nos anuncia que esta historia de Noé es especial. Su anacronía es inquietante: fábricas que elevan sus humos hacia un cielo amenazador y desafiante en forma de lluvia (¿ácida?). En Los animales de la lluvia el castigo divino lo ejecuta la propia naturaleza, harta de tanta agresión. Fiel a esta opción, Díez ofrece una narración con ilustraciones de colores fríos, con claro predominio de azules y verdes, que configuran una atmósfera de una tristeza amplia, y en la que destaca la escena de expulsión de los animales imaginarios. ¿Quiénes pueden echarles de menos? Los amantes de los libros que los contienen, seguro.
Ana Isabel Caro
1 comentarios:
¡Cuántas alegrías está dando ese libro! Felicitaciones.
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