Estambul es magia, hechizo de los sentidos, pura poesía hecha canto llamando a la oración desde los minaretes, mercadillo, comercio, plazas, callejuelas, serrallos, cientos de mezquitas, historia, paso entre Europa y Asia. Una ciudad abierta, respetuosa, amable, que no te deja indiferente, que te atrapa en colores, en sonidos, en olores a especias, a cuero, a mar, a almendras, a pistachos a esencias. Cuatro días han sido suficientes para cautivarme, para llevarla en la retina y en el corazón, Santa Sofía, la Mezquita Azul, el Bazar de las especies, la torre Gálata, el Gran Bazar, el Palacio de Topkapi, la Mezquita de Solimán.
Me queda pendiente, después del viaje, la lectura de "Estambul. Ciudad y recuerdos" del premio Nobel Orhan Pamuk.
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